​Las historias que compartimos
El amor es más poderoso que el CANCER
Jóse tenía 32 años cuando tuvimos el primer susto. Estaba entrenando para un maratón y nos dimos cuenta de que algo estaba mal, acababa de nacer José Carlos mi segundo hijo y ahí empezó esta travesía llamada Cáncer.
Después de 6 años de múltiples operaciones y tratamientos lo dieron de alta: “ya solo revisiones de control cada 6 meses durante unos años y ¡listo!”.
Tan solo un mes después, el escenario cambió drásticamente; el cáncer estaba en un riñón y en un estado muy avanzado… nuestra vida cambió por completo.
Una operación de emergencia de más de 8 horas cuya complejidad fue enorme y esto era ya, un aviso del camino a recorrer.
48 quimioterapias, 35 radiaciones, varias visitas a urgencias en la madrugada, infecciones, más operaciones, terapia intensiva, estudios y más estudios, doctores y más doctores.
La historia que ahora les comparto es que
SÍ, el Amor es más poderoso que el Cáncer.
Durante esas 48 quimios, que en su mayoría fueron en CDMX jamás estuvimos solos; su mamá, su papá, sus hermanas, sus amigos estaban ahí al pie del cañón.
Mi familia se quedaba con mis chiquillos que a su corta edad no entendían nada, los llevaban al cine, al circo, a lo que fuera necesario, jamás nos faltó una mano de ayuda.
SÍ, el Amor es más poderoso que el Cáncer.
A esas visitas al hospital en la madrugada, llegaban mis hermanas, mi mamá, a cuidar a los niños, sin importar la hora. Esas estancias de semanas en el hospital donde me llevaban ropa, cafés, incluso un día me raptaron mis hermanos para llevarme a comer y que me despejara.
¿Qué les puedo decir de mis amigas? En el momento que se nos acabó el importe del seguro de gastos médicos, hicieron pulseras para vender y juntar dinero, “mis adoradas amigas del LUX”… hicieron la rifa de una televisión, que a su vez se la ganó otra gran amiga y la volvió a rifar.
SÍ, el Amor es más poderoso que el Cáncer.
La última semana, dentro de una profunda tristeza seguíamos sintiendo el amor a manos llenas: rosarios, santos, relicarios, misas, todo mi Facebook con fotos de pulseras en sus muñecas como símbolo de solidaridad y empatía, mis papás escuchando mis llamadas de dos horas, mis hermanas pasando la noche conmigo, las tres en una cama agarradas de la mano, mis sobrinos en la banqueta de la casa entreteniendo a los niños, la música, el llanto, la unión de dos familias (los Reinoso y los Robles) con el mismo dolor, y luego, la despedida.
Estaba por darle una mordida obligada a mi Subway cuando me llamó mi sobrino y me dijo: “Te habla Jóse”… Una sorpresa para todos, ya que tenía varios días sin siquiera abrir sus ojotes hermosos.
Subí corriendo y alcance a tomar su mano, y ahí nos despedimos, con todo el amor del mundo, con la seguridad de que su alma era libre y su espíritu seguiría siempre con nosotros.
SÍ, el Amor es más poderoso que el Cáncer.
Jóse no perdió ninguna “batalla”, al contrario, regó más amor que nadie en este mundo, fueron muchas lecciones de vida, de agradecimiento, de valentía, de unión, de perdón, de gozo.
A ocho años 6 meses de su regreso a casa, creo que SI, que el Amor es más poderoso que el Cáncer.