​Las historias que compartimos
…Y EL MILAGRO CONTINÚA…
Ahora que vamos a iniciar este año 2011, me gustaron mucho estas palabras y quisiera reflexionarlas.
Esta es una frase que le escuché a Alejandra Rodríguez Estrada, hija de mi comadre Ale… y realmente me impactó, y en honor a ella, escribo este artículo.
Esta sería una profunda y bella frase, pero en los labios de mi querida sobrina de cariño, Mariale, realmente es un testimonio de vida.
Ella sufrió un accidente fortísimo que casi le cuesta la vida hace exactamente un año, a principios del 2010. Quedó casi inválida, no podía mover todo su lado izquierdo, le costaba trabajo tragar, cerrar su ojo, ya no digamos caminar o, simplemente levantarse por sí misma.
Creo que a veces, no valoramos todo lo que podemos realizar cotidianamente, todo lo que un cuerpo saludable logra hacer en el día a día. Se nos hace tan fácil abrir los dos ojos, incorporarnos rápidamente de la cama, movernos hacia donde queremos; comer, ya no digamos, llevarnos el alimento a la boca o el simple acto de tragar sin que nos cueste trabajo, sin tener ningún tipo de dolor o molestia. El hablar “de corridito”, sin tener que pensar bien las palabras o la estructura de la frase, ni tener que esforzarnos por pronunciarlas. Mover nuestro cuerpo, nuestras manos, tomar algo con ellas, sostenerlo, que nos sirvan para peinarnos o lavarnos los dientes, el sentir con ellas la textura o temperatura de las cosas; que nuestros pies también sientan, que nos sostengan, que obedezcan las órdenes de nuestro cerebro. El respirar y todo lo que conlleva… el pensar y todo lo que va suscrito con él…
¡Somos un milagro viviente, un milagro que renace cada día… y no nos damos cuenta!.
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Pues bien, con el accidente, mi querida sobrina y casi toda su familia, quedó muy lastimada… en todos era un milagro la vida, pero en Alita un poco más. Y tuvo que empezar a hacer dolorosas rehabilitaciones, no una, sino varias veces al día, para retomar lo que se había perdido, y ella, con un tesón inquebrantable, al igual que su alegría y empeño, día a día, poco a poco, ha ido recuperando todo, absolutamente toda la movilidad y capacidad de su cuerpo, de su mente y de su espíritu. Es más, en este último, hasta obtuvo un poquito más, porque la dulce y callada sobrina que teníamos, se ha convertido en una muchachita alegre y dicharachera que es sumamente divertida y que dice lo que siente y piensa, con una naturalidad envidiable.
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Querida Mariale, escucharte a ti decir que la vida es un milagro y que el milagro continúa, es un ejemplo vital que no puedo más que admirar y agradecer. Ojalá y todos podamos recordar tus palabras, y reconocer que, cada día, es un milagro continuo.
¡Gracias por darnos el ejemplo! Que Dios Te siga llevando entre Sus manos siempre. Con todo mi cariño:
MARI AGUADO DE CUADRA.