Las historias que compartimos
La maternidad neurodiversa
Cuando una mujer se embaraza comienzan los preparativos.
Como mujer creo que la maternidad es algo que tenemos planeado en nuestra cabeza desde muy pequeñas, sabemos cuántos hijos queremos, si queremos que sean niño o niña; planeamos cada pequeño detalle: ¿Cómo lo voy a vestir? colorido, con tonos cálidos, sin dibujos o con; sabemos a qué escuelas van a ir y en nuestra cabeza ya hasta sabemos la profesión que van a tener.
Entonces llegó esa noticia, un bebe súper esperado, ¡el embarazo perfecto! todo bien, nace el bebé y me explota el corazón… pasaron los días y nos dimos cuenta de que no todo era como te platican, y es que por alguna extraña razón se tiene muy romantizada la maternidad.
No siempre se cuentan las noches en vela, todo el tema de la lactancia y de los miles de retos que se tiene como mamá.
Empezaron a pasar los meses y en nuestro caso empezamos a ver comportamientos muy diferentes, tenía retraso en el desarrollo motriz grueso, se sentó mucho más grande, gateó grande y caminó hasta los dos años.
No hablaba y eso nos parecía raro; fuimos con varias opiniones y todos nos dijeron que no era de preocuparse y que cada niño iba a su paso en el desarrollo pero aún así, decidimos meterlo a diferentes terapias para ver si esto mejoraba.
Llegó la pandemia y todo el mundo se paró, nos quedamos sin terapias y sin escuelita, Fede empezó a empeorar en ciertos comportamientos y fue ahí cuando decidimos ir con un terapeuta especialista en detección de autismo, que aunque ya habíamos llenado 200 test en donde nos salía un diagnóstico positivo pues nada como un especialista para tenerlo ya claro; pasaron las mil entrevistas y pruebas que se le tenían que hacer y llega el día de los resultados, una confirmación de nuestro más grande miedo , autismo grado 3 (el más severo), salimos de ahí con el corazón apachurrado y empezamos lo que será un largo camino: terapias, búsqueda de escuela que fuera la ideal, buscar limpiar nuestro entorno y rodearnos de gente que quiera y entienda el tema de Fede, terapia para nosotros, muchas sonrisas y buenos momentos pero también muchas lágrimas y retrocesos.
Aquí es cuando decidí hablar del autismo en mis redes, para que las personas vayan aprendiendo junto con nosotros, para crear concientización, para buscar un mundo más empático e inclusivo para el futuro de mi hijo.
Aunque Fede tiene ya 5 años, este será un camino muy largo que apenas empieza y me siento con la responsabilidad de enseñar a las personas que nos rodean acerca de esta condición, de que existe un mundo neurodiverso el cuál no está nada explorado.
Como mamás tenemos la oportunidad de ser más reales, de enseñar a nuestros hijos de las diferentes condiciones, a ser empáticos ante las diferencias que existen, que dejar de juzgar lo que no conocemos y a apoyarnos más entre nosotras, y es que la maternidad es difícil en todos los panoramas, pero no está de más el apoyo a las mamás que necesitamos ese extra.