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Andrea Rodríguez (2).jpg

​Las historias que compartimos

Hace 15 años de aquel día, aún no se me quitan las sensaciones de ese momento, ¿será que el recuerdo quedo grabado en mi mente?... seguramente...

Ahora, miro hacia atrás e identifico tres fases emocionales en este camino:

La primera se inicia con el shock que supone el momento en que un aparato desconocido denominado "glucómetro", confirma con un simple número ¡"diabetes tipo 1”!; a partir de ese momento todo pareció dar un giro tan grande que se tornó confuso y absurdo.

Luego del shock, comenzamos a transitar la fase de la información, en la que todo el personal de salud se acercaba y nos decía algo sobre la "diabetes"… luego llegó la "endocrinóloga" y la "nutricionista" con más y más información, y nos pedían que lo fuéramos poniendo en práctica. Sentí que la cabeza me iba a estallar, ¡no podía relacionar nada!: "lancetas", "medidor", "glucómetro", “ inyecciones”, “NPH", "insulina", "insulina lenta", "insulina rápida", "tiras para glucosa", "tiras para cetonuria", "hiper", "hipoglucemia", "luna de miel"… esta última no es la luna de miel que todos imaginan, es una etapa por la que transitan los "debutantes", en donde todo parece estar bien, los niveles de azúcar en sangre de pronto son normales e ideales, pero es solo que está atravesando el periodo denominado "luna de miel".

¡Dios! Yo atravesaba por una negación total, sentía que no era cierto y que por momentos, ¡¡¡cada vez que un personal de salud se acercaba, esperaba a que me dijera que todo era un error!!!  pero no fue así. Entonces, cuando caí en la cuenta de la verdadera dimensión del tratamiento, "hacer el trabajo del páncreas desde afuera, pretendiendo hacer un trabajo tan perfecto y minucioso como el del cuerpo humano", estaba lejos de poder lograrlo: todo un desafío.

Todo fue como una montaña rusa; parecía que nada se podía manejar bien: las emociones, las glucemias tan cambiantes, y que cuando todo estaba en orden se descontrolaba otra vez.

Por momentos sentía que todo se derrumbaba, pero por otra parte pensaba que tenía que ser fuerte para mi hijo de menos de 3 años de edad, quien jugaba a ser un súper héroe:  “Spiderman”.

Es una condición que te lleva a superarte día a día, y que no podía pretender una estabilidad de algo tan poco estable. Fue justo en ese momento, donde me di cuenta que el duelo había finalizado para dar comienzo a una etapa de resignación y aceptación, pero sobre todo de acción.

 Pero más allá de eso, agregaría la palabra agradecimiento. Este camino no lo hemos transitado solos como familia y más allá de que puertas adentro somos cinco, quienes hemos aprendido juntos y ¡¡todos sabemos todo!!. ¡Agradecimiento!, así es: a familiares, amigos, conocidos, personas y familias que transitan por la misma condición de los que hoy, hemos aprendido día a día algo nuevo y a su vez nosotros también hemos compartido lo que sabemos.

Hoy por hoy puedo decir que hemos hecho una gran labor y que Héctor a meses de cumplir la mayoría de edad, es un adolescente sano y responsable, y sabe que en todo momento cuenta con nuestro apoyo.

 

Jessica Muñoz.

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